From Hell (Desde el Infierno en español) es una película difícil de definir. El guión está basado en un cómic al que nos referiremos con posterioridad y responde a los lineamientos de un policial: crimen no resuelto con un detective como personaje central. Pero además incorpora elementos de terror y romance. Como vemos, a pesar de estar inspirada en otras fuentes (ya analizaremos cuales), es una típica película producida con su propio lenguaje.
Su primera base es un hecho histórico real, la serie de asesinatos cometidos en 1888 por un asesino autodenominado Jack the ripper (Jack el destripador). Para algunos estudiosos, este es el primer gran caso de un asesino serial. Por ello, los sangrientos homicidios perpetuados a prostitutas que vivían en las calles de Londres, conmocionaron a la sociedad de entonces, la prensa estaba enloquecida y la policía desorientada por la brutalidad de los asesinatos. El asesino nunca fue descubierto y esta es otra de las causas que han hecho del asesino casi un mito.
En ese momento fueron varias las teorías sobre su verdadera identidad, principalmente que fue un carnicero o peletero vecino del Whitechapel, el barrio donde se produjeron los asesinatos, o un extranjero de los muchos que habitaban Londres en ese entonces. Muchos rumores corrían y hasta disturbios señalando a la población judía se sucedieron. Con el correr del tiempo se agregaron nuevas teorías, entre las que se cuenta la que veremos en la película. Esta se inclina por la que señala a miembros de la clase alta como los instigadores de los crímenes, agregando sugestivos ingredientes de misterio al implicar a logias masónicas en la historia. Mas allá de las teorías esbozadas, el caso de Jack el Destripador es un hecho policial cuyas complejidades y versiones son terreno común de especialistas, aficionados y curiosos.
El film está inspirado en el cómic del mismo nombre, escrito por Alan Moore y dibujado por Eddie Campbell. Su título fue tomado de una carta del asesino enviada George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel. No fue la única enviada en esos días, pero sí la única que los expertos consideran auténtica. Alan Moore, nacido en Inglaterra en 1953, es un prestigioso escritor británico, dedicado al cómic y la ciencia ficción. Es reconocido por inventar y/o desarrollar numerosos recursos narrativos que han contribuido a expandir las posibilidades expresivas, añadiendo capas de complejidad al trasfondo de su obra y abriendo caminos en la narrativa del medio. From Hell, editada en forma de folletines y en conjunto en 1999, es considerada una de sus obras maestras. Esta novela gráfica es un terrorífico relato acerca del temible personaje que atemorizó las calles londinenses. El libro describe la personalidad de Jack a través de cartas que esbozan su perturbadora mente y nos descubren un ser maquiavélico que piensa que sus asesinatos son mandato divino, realizando mediante ellos un ritual que le eleve por encima de todo ser humano. Es, pues, Jack el Destripador el protagonista de la historia, siendo la novela gráfica una posible aproximación a los hechos que acontecieron en aquellos días. Como el film que nos ocupa, también The League of Extraordinary Gentlemen (La liga de los caballeros extraordinarios), y V for Vendetta (V de Venganza) han sido convertidos en películas de Hollywood. Otro proyecto de película, Watchmen se estrenó el 6 de marzo de 2009. Se dice que Moore, decepcionado por los resultados artísticos de estas interpretaciones, ha rechazado recibir dinero por adaptaciones futuras de su trabajo.
A pesar de su indiscutible genialidad y su rigor metodológico en la investigación que llevó a cabo, la teoría (asesinato político de las prostitutas encargado a uno de sus médicos por la Reina Victoria, Sir Gull) no es inspiración de Moore. Aun así, el autor no está contando una vez más el trillado caso de Jack el Destripador: él está edificando sobre el mito una teoría con implicaciones de enorme trascendencia. La misión que se impone a sí mismo Gull, es la de reafirmar por medio de sangrientos rituales (símbolos) la superioridad de la racionalidad y la masculinidad. Moore es quien coloca al asesino en medio de escena y pone en su boca las famosas palabras: “Para bien o para mal, el siglo veinte... lo he hecho nacer yo”
Como vemos y como expresa Gull en la obra, “impedir el escándalo real tan sólo es la parte de mi trabajo que asoma por afuera del agua. La parte más importante es un iceberg de significado que acecha debajo”.
Debemos de todas maneras hacer referencia a la fuente de esta teoría. Stephen Knight fundamentó su ensayo en una meticulosa, aunque muy discutible, indagatoria. Para ello se sirvió esencialmente de una curiosa historia que le narrase un hombre llamado Joseph Gorman. Este último alegó ser hijo natural del celebrado pintor impresionista Walter Richard Sickert y de Alice Margaret Crook. Pero lo más interesante consistía en que la abuela materna de Joseph Gorman sería, según su versión, nada menos que Annie Elizabeth Crook, presunta esposa (merced a un casamiento semi clandestino) del joven Príncipe Albert Víctor, Duque de Clarence, popularmente conocido por el apodo "Eddie" (malogrado candidato al trono británico que falleciera presuntamente de sífilis a los 28 años en 1892). El escándalo provocado por este nacimiento llegaría a oídos de la Corona británica, la cual separaría a la pareja mediante la fuerza, con el resultado de que la joven resultaría internada en un hospital psiquiátrico para que nadie le creyera si insistía en divulgar la historia respecto de su casamiento con el Príncipe y sobre la bebé con derechos al trono. Pero la versión propuesta por Knight soportó numerosas críticas a cargo de expertos, para lo cuales no existen pruebas contundentes que sostengan la hipótesis. La narración supone, a su vez, que unas prostitutas amigas de Annie se enteraron de su trágica situación y, necesitadas de dinero, tuvieron la mala idea de intentar chantajear a la Casa Real británica, con lo cual sólo lograron que ésta, por mediación de uno de sus médicos, Sir William Gull, las mandara asesinar de la tan espantosa manera que daría origen a la macabra leyenda de Jack el Destripador.
Pero volvamos a lo que nos interesa, la película. Fue dirigida por Albert y Allen Hughes, gemelos hijos de una madre armenia y un padre africano. Con menos de veinte años los Hughes comenzaron a grabar videoclips para estrellas del hip-hop A los 21, su primer film, Menace II Society (Verdugos de la justicia, 1993), se convirtió en un clásico de las películas gangsta rap. Luego de filmar la mediocre Dead Presidents (1995), volvieron con gloria gracias a su documental American Pimp (1999), donde mostraron el tóxico y glamoroso mundo de los proxenetas afros, tal como es.
Si bien From Hell, relizada en 2001 podrá parecer una desviación para los hermanos Hughes, conocidos por sus dramas citadinos contemporáneos, su afinidad por la historia del Destripador proviene del ambiente en el Londres de 1888, al que nos referiremos mas tarde. Buscan mostrar una época y una sociedad, mientras baraja con una de las conjeturas más interesantes sobre la identidad del asesino. Pero lo más atrayente no es la teoría de la conspiración en sí, sino que esta sirve de excusa para crear un fresco de la sociedad victoriana, un retrato subversivo y brillante.
La trama
El argumento gira en torno a la investigación del detective Abberline en busca del asesino de cinco prostitutas del distrito de Whitechapel. La pesquisa lo llevará a descubrir, aun en contra de sus superiores, una conspiración que incluye a la misma casa real inglesa. En contacto con una joven prostituta, Mary Kelly, Abberline penetrará en la terrible vida de los barrios más pobres de Londres y en los oscuros secretos de la familia real. Este contraste entre dos mundos será una continuidad en la película y en el argumento, tensión que se resolverá en las últimas escenas, en las que los límites no serán tan claros entre uno y otro.
Para muchos críticos, la propuesta visual de la cinta es uno de sus mayores aciertos. Las escenas más impresionantes de la película tienen que ver obviamente con los asesinatos. Los colores negro y rojo serán los predominantes, aportando una sensación contradictoria de peligro inminente y morbosidad que nos lleva a seguir mirando. Otro color característico es el verde, relacionado estrechamente con la veta esotérica de la película, ya que la bebida que toma Abberline (láudano con ajenjo) es de ese color, al igual que las visiones en las que ve al asesino cometer sus crímenes.
Técnicamente, las locaciones principales de la película incluyen varios castillos históricos a las afueras de Praga y una gran recreación del distrito Whitechapel de Londres, donde ocurrieron los asesinatos. El set de Whitechapel, construido en una zona de 8 hectáreas cerca de los afamados Estudios Barrandov, es una representación exacta de los edificios y estrechos callejones de adoquín de la infame área. Las primeras escenas de la película tienen como protagonista a un Londres que está amaneciendo y cuyo contorno negro puede vislumbrarse apenas en un cielo rojo. A partir de ahí, Whitechael mostrará magníficamente el ambiente social en que se desarrollará la película.
Entre los personajes principales mencionamos a Fred Abberline (interpretado por Johnny Depp), el antihéroe que intentará llevar a cabo la investigación con la ayuda de su amigo Peter Godley. Con un pasado trágico a su espalda y un problema con el opio (que será una fuente de datos acerca de los asesinatos), el detective parece ser el único realmente interesado en esclarecer el caso. En su búsqueda se involucrará sentimentalmente con Mary Kelly (Heather Graham), la más joven del grupo de prostitutas amenazadas. A pesar de su vida dura, la joven no está todavía determinada totalmente por las circunstancias terribles en las que vive y sueña con volver a su tierra natal. Decide confiar en Abberline y ayudarlo en su pesquisa.
Por supuesto, también mencionamos a Sir William Gull / Jack el Destripador (Ian Holm), uno de los médicos de la familia real que en principio parece ser el único interesado en ayudar al detective y proporcionarle pistas para encontrar al asesino. Luego resultará implicado en la conspiración política y en una logia masónica. Se ha criticado al film no haber desarrollado mas precisamente la psicología el asesino, tal como se profundiza en el cómic, mientras se enfoca en Abberline como personaje principal. Consideramos que es preciso analizar el contexto histórico para dilucidar si esto es así realmente.
Por su parte, las prostitutas asesinadas: Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride y Catherine Eddowes; que son, junto con Mary Kelly, poseedoras de un oscuro secreto que las llevará a la muerte. Las conocemos cuando viven atemorizadas por los dueños de la Calle Nichols, quienes les piden parte del dinero que ganan. La aparición de Ann, una antigua compañera del oficio, marcará la vida de las chicas, pues la joven será secuestrada mientras está con su esposo en el lecho. El misterio de quiénes se han llevado a Ann y a su esposo, y por qué, intentará ser resuelto por las chicas, pero un misterioso hombre ha comenzado su andadura por el barrio de Whitechapel eliminando a cada una. La película es magistral en mostrar la dureza de sus vidas y la indiferencia de una sociedad hipócrita que las llama “desafortunadas” sin intentar nada por ayudarlas realmente.
El film presenta una estructura clásica, como ya anticipamos. Al principio se nos presentan a las víctimas, su ambiente, a los posibles sospechosos y comienzan los asesinatos. Entra en escena el inspector encargado del caso, el cual es distinto a los de su oficio por poseer el don, o la maldición, de ver visiones que están a punto de suceder y que no duda en enfrentarse a la autoridad superior. Con el transcurrir del tiempo, el inspector entra en contacto con Mary Kelly, lo cual hace que se involucre emocionalmente en el caso. Mientras, los crímenes se suceden y la histeria incrementa en el barrio culpando a los judíos. El tramo final esclarece quién es y qué persigue el asesino y enfrenta al protagonista en una persecución contrarreloj por impedir que este cometa su último crimen.Como vemos el esquema es tradicional y presenta una historia detectivesca accesible a todo tipo de público, sin ocultar su comercialidad.
El contexto histórico
La Época victoriana de Gran Bretaña marcó la cúspide de la Revolución industrial británica y el ápice del Imperio Británico. Inglaterra se convirtió en la primera potencia mundial por la prosperidad de su economía y la extensión e importancia de su imperio colonial.
El largo reinado de Victoria, entre 1837 y 1901, marca la época de apogeo de una determinada concepción política, económica y social en cuyo centro, a modo de foco irradiador, se sitúa la burguesía.
El periodo está a menudo caracterizado por un aparentemente pacífico y largo tiempo de consolidación de la economía, el sistema colonial y la industrialización. Pero así como Gull veía una ciudad subterránea y desconocida bajo el Londres habitual, así vemos por debajo de esta expansión muchos conflictos irresueltos. Si bien es cierto que la calidad de vida en general alcanza un nivel inusitado, las mejoras no alcanzan a todos ni lo hacen de la misma manera. Los nuevos modelos económicos surgidos de la Segunda Revolución Industrial crearán diferencias, a veces irreconciliables, entre los dos grupos sociales resultantes: la burguesía capitalista y financiera y el proletariado, básicamente industrial. Ya analizaremos mas detenidamente la estructura social inglesa de la época.
Se suman además conflictos raciales y étnicos, disturbios sociales y políticos, epidemias y revueltas en las colonias. Mencionamos por dar un ejemplo, la Rebelión de la India en mayo de 1857.
La prosperidad económica experimentada durante la época victoriana favoreció en líneas generales las condiciones de vida de la sociedad británica. El afianzamiento de la hegemonía en el ámbito internacional, junto a la recuperación del prestigio de la monarquía como símbolo de cohesión nacional, conformaron un modelo social en el que las clases medias fueron imponiendo conductas basadas en la sobriedad y discreción de las costumbres. El conformismo de esta clase social (middle class) hicieron del culto al dinero, de la exaltación al trabajo y del reconocimiento al esfuerzo individual los elementos fundamentales para alcanzar la prosperidad económica. El orden y la estabilidad se concretaron en el ideal doméstico y en la independencia del hogar, centro de la vida familiar y templo de una estricta observancia religiosa favorecedora de la templanza y contraria a las inclinaciones desordenadas.
Pero en realidad, la sociedad victoriana siguió siendo una sociedad con profundos contrastes y desigualdades. En lo más alto de la sociedad seguía manteniendo un papel protagonista la nobleza, propietaria de las grandes fincas y heredera de los viejos valores sociales. Los nobles se emparentaron, ahora mucho más, con la alta burguesía capitalista dueña de negocios e industrias que prefirió unirse a las aspiraciones y modos de la llamada upper class para acceder a sus títulos a través del capital y del matrimonio. La clase media restante fue creciendo durante el último tercio de siglo: comerciantes mayoristas, altos funcionarios, profesionales liberales. Fueron éstos los que en verdad adoptaron los principios puritanos que caracterizaron a la sociedad victoriana: vida discreta y ordenada, austeridad económica, metodismo religioso y conservadurismo político.
El último peldaño lo ocupaba el proletariado, muy numeroso como consecuencia de la industrialización. Se trataba de un colectivo que vivía con grandes carencias, sus condiciones de vida fueron infames. En las afueras de las ciudades, cerca de las fábricas, se construyeron barrios obreros (slums) que, a consecuencia del continuo crecimiento de la población, rápidamente se quedaban pequeños. Las familias se hacinaban en húmedas y pequeñas viviendas en donde la falta de higiene originó graves enfermedades y epidemias. Este grupo, mas del 80% de la población, estaba compuesta de dos sectores: la "clase trabajadora" y los "pobres" (aquellos que no trabajaban, o no lo hacían con regularidad, y recibían la caridad pública). Incluía a hombres, mujeres y niños que realizaban diversos tipos de actividades, entre ellos trabajo en las fábricas, costura, limpieza de chimeneas, minería, y otros trabajos.
En el East End londinense, lejos de la gloria y el esplendor, pero a tan solo unos pocos kilómetros del Buckingham Palace y la emperatriz Victoria, la realidad es más cruel. En el decadente barrio de Whitechapel, el desemplo y los bajos salarios han llevado a sus habitantes a la pobreza, la mendicidad y la prostitución. La vecindad está sembrada de callejones oscuros llenos de basura y sucios patios traseros, impregnados por el olor de la putrefacción, el moho y el orín. Las calles llenas de gente violenta y desesperada. El barrio sucio y despreciable era un asilo para el uso de las drogas, la prostitución, el alcoholismo y el crimen callejero casual.
En este contexto trascurría la vida de mas de 2000 prostitutas. Esta era una actividad muy frecuente en la Inglaterra del siglo XIX y era desempeñada por mujeres que hacían la calle por unas pocas monedas y que procedían de las más diversas nacionalidades. Londres era una capital pujante y era un destino muy popular en los flujos migratorios, situación que se refleja claramente en la irlandesa Mary Kelly. Las prostitutas poblaban los bares y las calles de Whitechapel, pero también se encontraban cerca de teatros y establecimientos de ocio masculino, desde burdeles hasta locales donde los hombres bebían y disfrutaban de espectáculos eróticos que muchas veces estaban protagonizados por menores de edad. La prostitución homosexual también existía. Se concentraba eso sí en burdeles mucho más secretos ya que el tabú entonces era aún mucho mayor. Como vemos, el puritanismo y la doble moral son propios del momento. Nos encontramos pues ante una época sexualmente muy represiva pero increíblemente prolífica bajo su superficie. Las enfermedades sexuales fueron, por consiguiente, muy corrientes en la época, como lo fue también la tuberculosis.
En este espacio, Jack el Destripador cometió cinco asesinatos horribles y ceremoniosos a lo largo de un periodo de diez semanas en Londres, provocando una atmósfera frenética de chismes, rumores y terror. Nunca fue atrapado.
Nos hemos detenido en retratar lo más acertadamente posible la sociedad que produjo a uno de los primeros asesinos seriales de la historia, ya que no desconocemos la influencia del contexto sociocultural en la conformación de la subjetividad.
Una interpretación
La adaptación cinematográfica de la novela de Moore fue realizada por Terry Hayes y Rafael Yglesias, en la que éste último vio la perspectiva de la conspiración en una forma más metafórica. “Que si la monarquía británica estaba literalmente involucrada o no en los asesinatos del Destripador no aminora el poder de la acusación asestada a la clase gobernante”, comenta Yglesias. “Que las autoridades se rehusaran a incluso considerar la posibilidad de que el sospechoso pudiera haber sido una persona adinerada habla muchísimo acerca de la época victoriana. Los malestares de la sociedad eran vistos exclusivamente como algo provocado por los pobres y las clases bajas”.
Las décadas finales del siglo XIX ven triunfar a un hombre optimista y confiado en sí mismo, dominador del Mundo y la Naturaleza merced a unos conocimientos técnicos y científicos que se suceden con una rapidez nunca antes vista en otro periodo de la Historia de la Humanidad. El siglo XX está próximo, y con él llegarán las nuevas ciencias médicas que estudiarán al cuerpo humano y revolucionarán la medicina. Es en este ambiente cuando aparece el asesino, el cual extirpa a cada victima un órgano mediante un excepcional trabajo que pone en evidencia sus dotes en anatomía. La ciencia y el conocimiento al servicio de fines malévolos serán historia repetida a lo largo de todo el corto sigo que se avecina.
La película entonces intenta reflejar a un mismo tiempo la corrupción de la corona y su entorno, el poder que representan, la personalidad loca y psicótica del asesino, el lamentable estado de las clases bajas de aquella época y su instinto de supervivencia, y la desesperación de la policía, incapaz de hallar una verdad entre las mentiras de su gobierno, el revuelo mediático y la inteligencia del asesino.
Para Moore, por el contrario, “Jack refleja nuestras histerias” La conclusión parece ser que el Destripador es “un receptáculo sin rostro de cada nuevo pánico social (pues) lo único que sabemos que es real es el complejo fantasma que proyectamos”. Es decir, Jack es un representante de todo lo que odiamos pero de los que no podemos dejar de prescindir.
Albert Hughes, por su parte, comenta, “Esta es una historia del ghetto. Tiene que ver con la pobreza, la violencia y la corrupción, que son temas que abordamos en nuestras películas porque nos fascinan. Sucede que estos personajes en particular son de raza blanca, pero toda la gente pobre tiene los mismos problemas”. “Lo que también nos intrigó fue la psicología de Jack el Destripador,su comportamiento y la histeria que provocó”. Allen Hughes declara, “Los recuentos previos de esta historia han sido antisépticos, contados desde el punto de vista de la clase alta escrupulosa. Nosotros la estamos revelando desde la perspectiva de la gente que vivía en la suciedad, en la vecindad donde esta clase de terror fue inflingido”.
Un ambiente que comprende miseria e impecable realeza en un mismo seno y que ofrece, entre neblinas y penumbras, lluvia y luz de gas, el campo de cultivo perfecto para estudiar una mentalidad británica racista, megalómana y fanática. Una sociedad enferma que produjo sujetos enfermos. Una prueba de ello es la gran popularidad que alcanzó el asesino gracias a los periódicos. Ciertamente, el tratamiento que dio la prensa a los crímenes de Jack el Destripador, con detallados informes anatómicos sobre las mutilaciones cometidas, pueden considerarse como el primer caso de sensacionalismo periodístico.
Por todo esto afirmamos que el gran personaje de la película es Londres, con sus profundas contradicciones internas y conflictos sin resolver, tal como el detective que busca al asesino. Es en el seno de esta sociedad donde surge Jack, mas allá de su nombre y apellido real (es decir, sea Gull o no). Su identificación no esta dada solo por se nombre real, sino también por la cultura que lo produjo. No podemos ignorar que es en la cultura donde un ser humano ingresa al mundo simbólico y se constituye como sujeto, con todas las particularidades que lo hace único, pero miembro de esa sociedad.
No es casualidad que un asesino de este calibre haya sido producto y parte de una de las sociedades mas represivas de a historia.
Su primera base es un hecho histórico real, la serie de asesinatos cometidos en 1888 por un asesino autodenominado Jack the ripper (Jack el destripador). Para algunos estudiosos, este es el primer gran caso de un asesino serial. Por ello, los sangrientos homicidios perpetuados a prostitutas que vivían en las calles de Londres, conmocionaron a la sociedad de entonces, la prensa estaba enloquecida y la policía desorientada por la brutalidad de los asesinatos. El asesino nunca fue descubierto y esta es otra de las causas que han hecho del asesino casi un mito.
En ese momento fueron varias las teorías sobre su verdadera identidad, principalmente que fue un carnicero o peletero vecino del Whitechapel, el barrio donde se produjeron los asesinatos, o un extranjero de los muchos que habitaban Londres en ese entonces. Muchos rumores corrían y hasta disturbios señalando a la población judía se sucedieron. Con el correr del tiempo se agregaron nuevas teorías, entre las que se cuenta la que veremos en la película. Esta se inclina por la que señala a miembros de la clase alta como los instigadores de los crímenes, agregando sugestivos ingredientes de misterio al implicar a logias masónicas en la historia. Mas allá de las teorías esbozadas, el caso de Jack el Destripador es un hecho policial cuyas complejidades y versiones son terreno común de especialistas, aficionados y curiosos.
El film está inspirado en el cómic del mismo nombre, escrito por Alan Moore y dibujado por Eddie Campbell. Su título fue tomado de una carta del asesino enviada George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel. No fue la única enviada en esos días, pero sí la única que los expertos consideran auténtica. Alan Moore, nacido en Inglaterra en 1953, es un prestigioso escritor británico, dedicado al cómic y la ciencia ficción. Es reconocido por inventar y/o desarrollar numerosos recursos narrativos que han contribuido a expandir las posibilidades expresivas, añadiendo capas de complejidad al trasfondo de su obra y abriendo caminos en la narrativa del medio. From Hell, editada en forma de folletines y en conjunto en 1999, es considerada una de sus obras maestras. Esta novela gráfica es un terrorífico relato acerca del temible personaje que atemorizó las calles londinenses. El libro describe la personalidad de Jack a través de cartas que esbozan su perturbadora mente y nos descubren un ser maquiavélico que piensa que sus asesinatos son mandato divino, realizando mediante ellos un ritual que le eleve por encima de todo ser humano. Es, pues, Jack el Destripador el protagonista de la historia, siendo la novela gráfica una posible aproximación a los hechos que acontecieron en aquellos días. Como el film que nos ocupa, también The League of Extraordinary Gentlemen (La liga de los caballeros extraordinarios), y V for Vendetta (V de Venganza) han sido convertidos en películas de Hollywood. Otro proyecto de película, Watchmen se estrenó el 6 de marzo de 2009. Se dice que Moore, decepcionado por los resultados artísticos de estas interpretaciones, ha rechazado recibir dinero por adaptaciones futuras de su trabajo.
A pesar de su indiscutible genialidad y su rigor metodológico en la investigación que llevó a cabo, la teoría (asesinato político de las prostitutas encargado a uno de sus médicos por la Reina Victoria, Sir Gull) no es inspiración de Moore. Aun así, el autor no está contando una vez más el trillado caso de Jack el Destripador: él está edificando sobre el mito una teoría con implicaciones de enorme trascendencia. La misión que se impone a sí mismo Gull, es la de reafirmar por medio de sangrientos rituales (símbolos) la superioridad de la racionalidad y la masculinidad. Moore es quien coloca al asesino en medio de escena y pone en su boca las famosas palabras: “Para bien o para mal, el siglo veinte... lo he hecho nacer yo”
Como vemos y como expresa Gull en la obra, “impedir el escándalo real tan sólo es la parte de mi trabajo que asoma por afuera del agua. La parte más importante es un iceberg de significado que acecha debajo”.
Debemos de todas maneras hacer referencia a la fuente de esta teoría. Stephen Knight fundamentó su ensayo en una meticulosa, aunque muy discutible, indagatoria. Para ello se sirvió esencialmente de una curiosa historia que le narrase un hombre llamado Joseph Gorman. Este último alegó ser hijo natural del celebrado pintor impresionista Walter Richard Sickert y de Alice Margaret Crook. Pero lo más interesante consistía en que la abuela materna de Joseph Gorman sería, según su versión, nada menos que Annie Elizabeth Crook, presunta esposa (merced a un casamiento semi clandestino) del joven Príncipe Albert Víctor, Duque de Clarence, popularmente conocido por el apodo "Eddie" (malogrado candidato al trono británico que falleciera presuntamente de sífilis a los 28 años en 1892). El escándalo provocado por este nacimiento llegaría a oídos de la Corona británica, la cual separaría a la pareja mediante la fuerza, con el resultado de que la joven resultaría internada en un hospital psiquiátrico para que nadie le creyera si insistía en divulgar la historia respecto de su casamiento con el Príncipe y sobre la bebé con derechos al trono. Pero la versión propuesta por Knight soportó numerosas críticas a cargo de expertos, para lo cuales no existen pruebas contundentes que sostengan la hipótesis. La narración supone, a su vez, que unas prostitutas amigas de Annie se enteraron de su trágica situación y, necesitadas de dinero, tuvieron la mala idea de intentar chantajear a la Casa Real británica, con lo cual sólo lograron que ésta, por mediación de uno de sus médicos, Sir William Gull, las mandara asesinar de la tan espantosa manera que daría origen a la macabra leyenda de Jack el Destripador.
Pero volvamos a lo que nos interesa, la película. Fue dirigida por Albert y Allen Hughes, gemelos hijos de una madre armenia y un padre africano. Con menos de veinte años los Hughes comenzaron a grabar videoclips para estrellas del hip-hop A los 21, su primer film, Menace II Society (Verdugos de la justicia, 1993), se convirtió en un clásico de las películas gangsta rap. Luego de filmar la mediocre Dead Presidents (1995), volvieron con gloria gracias a su documental American Pimp (1999), donde mostraron el tóxico y glamoroso mundo de los proxenetas afros, tal como es.
Si bien From Hell, relizada en 2001 podrá parecer una desviación para los hermanos Hughes, conocidos por sus dramas citadinos contemporáneos, su afinidad por la historia del Destripador proviene del ambiente en el Londres de 1888, al que nos referiremos mas tarde. Buscan mostrar una época y una sociedad, mientras baraja con una de las conjeturas más interesantes sobre la identidad del asesino. Pero lo más atrayente no es la teoría de la conspiración en sí, sino que esta sirve de excusa para crear un fresco de la sociedad victoriana, un retrato subversivo y brillante.
La trama
El argumento gira en torno a la investigación del detective Abberline en busca del asesino de cinco prostitutas del distrito de Whitechapel. La pesquisa lo llevará a descubrir, aun en contra de sus superiores, una conspiración que incluye a la misma casa real inglesa. En contacto con una joven prostituta, Mary Kelly, Abberline penetrará en la terrible vida de los barrios más pobres de Londres y en los oscuros secretos de la familia real. Este contraste entre dos mundos será una continuidad en la película y en el argumento, tensión que se resolverá en las últimas escenas, en las que los límites no serán tan claros entre uno y otro.
Para muchos críticos, la propuesta visual de la cinta es uno de sus mayores aciertos. Las escenas más impresionantes de la película tienen que ver obviamente con los asesinatos. Los colores negro y rojo serán los predominantes, aportando una sensación contradictoria de peligro inminente y morbosidad que nos lleva a seguir mirando. Otro color característico es el verde, relacionado estrechamente con la veta esotérica de la película, ya que la bebida que toma Abberline (láudano con ajenjo) es de ese color, al igual que las visiones en las que ve al asesino cometer sus crímenes.
Técnicamente, las locaciones principales de la película incluyen varios castillos históricos a las afueras de Praga y una gran recreación del distrito Whitechapel de Londres, donde ocurrieron los asesinatos. El set de Whitechapel, construido en una zona de 8 hectáreas cerca de los afamados Estudios Barrandov, es una representación exacta de los edificios y estrechos callejones de adoquín de la infame área. Las primeras escenas de la película tienen como protagonista a un Londres que está amaneciendo y cuyo contorno negro puede vislumbrarse apenas en un cielo rojo. A partir de ahí, Whitechael mostrará magníficamente el ambiente social en que se desarrollará la película.
Entre los personajes principales mencionamos a Fred Abberline (interpretado por Johnny Depp), el antihéroe que intentará llevar a cabo la investigación con la ayuda de su amigo Peter Godley. Con un pasado trágico a su espalda y un problema con el opio (que será una fuente de datos acerca de los asesinatos), el detective parece ser el único realmente interesado en esclarecer el caso. En su búsqueda se involucrará sentimentalmente con Mary Kelly (Heather Graham), la más joven del grupo de prostitutas amenazadas. A pesar de su vida dura, la joven no está todavía determinada totalmente por las circunstancias terribles en las que vive y sueña con volver a su tierra natal. Decide confiar en Abberline y ayudarlo en su pesquisa.
Por supuesto, también mencionamos a Sir William Gull / Jack el Destripador (Ian Holm), uno de los médicos de la familia real que en principio parece ser el único interesado en ayudar al detective y proporcionarle pistas para encontrar al asesino. Luego resultará implicado en la conspiración política y en una logia masónica. Se ha criticado al film no haber desarrollado mas precisamente la psicología el asesino, tal como se profundiza en el cómic, mientras se enfoca en Abberline como personaje principal. Consideramos que es preciso analizar el contexto histórico para dilucidar si esto es así realmente.
Por su parte, las prostitutas asesinadas: Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride y Catherine Eddowes; que son, junto con Mary Kelly, poseedoras de un oscuro secreto que las llevará a la muerte. Las conocemos cuando viven atemorizadas por los dueños de la Calle Nichols, quienes les piden parte del dinero que ganan. La aparición de Ann, una antigua compañera del oficio, marcará la vida de las chicas, pues la joven será secuestrada mientras está con su esposo en el lecho. El misterio de quiénes se han llevado a Ann y a su esposo, y por qué, intentará ser resuelto por las chicas, pero un misterioso hombre ha comenzado su andadura por el barrio de Whitechapel eliminando a cada una. La película es magistral en mostrar la dureza de sus vidas y la indiferencia de una sociedad hipócrita que las llama “desafortunadas” sin intentar nada por ayudarlas realmente.
El film presenta una estructura clásica, como ya anticipamos. Al principio se nos presentan a las víctimas, su ambiente, a los posibles sospechosos y comienzan los asesinatos. Entra en escena el inspector encargado del caso, el cual es distinto a los de su oficio por poseer el don, o la maldición, de ver visiones que están a punto de suceder y que no duda en enfrentarse a la autoridad superior. Con el transcurrir del tiempo, el inspector entra en contacto con Mary Kelly, lo cual hace que se involucre emocionalmente en el caso. Mientras, los crímenes se suceden y la histeria incrementa en el barrio culpando a los judíos. El tramo final esclarece quién es y qué persigue el asesino y enfrenta al protagonista en una persecución contrarreloj por impedir que este cometa su último crimen.Como vemos el esquema es tradicional y presenta una historia detectivesca accesible a todo tipo de público, sin ocultar su comercialidad.
El contexto histórico
La Época victoriana de Gran Bretaña marcó la cúspide de la Revolución industrial británica y el ápice del Imperio Británico. Inglaterra se convirtió en la primera potencia mundial por la prosperidad de su economía y la extensión e importancia de su imperio colonial.
El largo reinado de Victoria, entre 1837 y 1901, marca la época de apogeo de una determinada concepción política, económica y social en cuyo centro, a modo de foco irradiador, se sitúa la burguesía.
El periodo está a menudo caracterizado por un aparentemente pacífico y largo tiempo de consolidación de la economía, el sistema colonial y la industrialización. Pero así como Gull veía una ciudad subterránea y desconocida bajo el Londres habitual, así vemos por debajo de esta expansión muchos conflictos irresueltos. Si bien es cierto que la calidad de vida en general alcanza un nivel inusitado, las mejoras no alcanzan a todos ni lo hacen de la misma manera. Los nuevos modelos económicos surgidos de la Segunda Revolución Industrial crearán diferencias, a veces irreconciliables, entre los dos grupos sociales resultantes: la burguesía capitalista y financiera y el proletariado, básicamente industrial. Ya analizaremos mas detenidamente la estructura social inglesa de la época.
Se suman además conflictos raciales y étnicos, disturbios sociales y políticos, epidemias y revueltas en las colonias. Mencionamos por dar un ejemplo, la Rebelión de la India en mayo de 1857.
La prosperidad económica experimentada durante la época victoriana favoreció en líneas generales las condiciones de vida de la sociedad británica. El afianzamiento de la hegemonía en el ámbito internacional, junto a la recuperación del prestigio de la monarquía como símbolo de cohesión nacional, conformaron un modelo social en el que las clases medias fueron imponiendo conductas basadas en la sobriedad y discreción de las costumbres. El conformismo de esta clase social (middle class) hicieron del culto al dinero, de la exaltación al trabajo y del reconocimiento al esfuerzo individual los elementos fundamentales para alcanzar la prosperidad económica. El orden y la estabilidad se concretaron en el ideal doméstico y en la independencia del hogar, centro de la vida familiar y templo de una estricta observancia religiosa favorecedora de la templanza y contraria a las inclinaciones desordenadas.
Pero en realidad, la sociedad victoriana siguió siendo una sociedad con profundos contrastes y desigualdades. En lo más alto de la sociedad seguía manteniendo un papel protagonista la nobleza, propietaria de las grandes fincas y heredera de los viejos valores sociales. Los nobles se emparentaron, ahora mucho más, con la alta burguesía capitalista dueña de negocios e industrias que prefirió unirse a las aspiraciones y modos de la llamada upper class para acceder a sus títulos a través del capital y del matrimonio. La clase media restante fue creciendo durante el último tercio de siglo: comerciantes mayoristas, altos funcionarios, profesionales liberales. Fueron éstos los que en verdad adoptaron los principios puritanos que caracterizaron a la sociedad victoriana: vida discreta y ordenada, austeridad económica, metodismo religioso y conservadurismo político.
El último peldaño lo ocupaba el proletariado, muy numeroso como consecuencia de la industrialización. Se trataba de un colectivo que vivía con grandes carencias, sus condiciones de vida fueron infames. En las afueras de las ciudades, cerca de las fábricas, se construyeron barrios obreros (slums) que, a consecuencia del continuo crecimiento de la población, rápidamente se quedaban pequeños. Las familias se hacinaban en húmedas y pequeñas viviendas en donde la falta de higiene originó graves enfermedades y epidemias. Este grupo, mas del 80% de la población, estaba compuesta de dos sectores: la "clase trabajadora" y los "pobres" (aquellos que no trabajaban, o no lo hacían con regularidad, y recibían la caridad pública). Incluía a hombres, mujeres y niños que realizaban diversos tipos de actividades, entre ellos trabajo en las fábricas, costura, limpieza de chimeneas, minería, y otros trabajos.
En el East End londinense, lejos de la gloria y el esplendor, pero a tan solo unos pocos kilómetros del Buckingham Palace y la emperatriz Victoria, la realidad es más cruel. En el decadente barrio de Whitechapel, el desemplo y los bajos salarios han llevado a sus habitantes a la pobreza, la mendicidad y la prostitución. La vecindad está sembrada de callejones oscuros llenos de basura y sucios patios traseros, impregnados por el olor de la putrefacción, el moho y el orín. Las calles llenas de gente violenta y desesperada. El barrio sucio y despreciable era un asilo para el uso de las drogas, la prostitución, el alcoholismo y el crimen callejero casual.
En este contexto trascurría la vida de mas de 2000 prostitutas. Esta era una actividad muy frecuente en la Inglaterra del siglo XIX y era desempeñada por mujeres que hacían la calle por unas pocas monedas y que procedían de las más diversas nacionalidades. Londres era una capital pujante y era un destino muy popular en los flujos migratorios, situación que se refleja claramente en la irlandesa Mary Kelly. Las prostitutas poblaban los bares y las calles de Whitechapel, pero también se encontraban cerca de teatros y establecimientos de ocio masculino, desde burdeles hasta locales donde los hombres bebían y disfrutaban de espectáculos eróticos que muchas veces estaban protagonizados por menores de edad. La prostitución homosexual también existía. Se concentraba eso sí en burdeles mucho más secretos ya que el tabú entonces era aún mucho mayor. Como vemos, el puritanismo y la doble moral son propios del momento. Nos encontramos pues ante una época sexualmente muy represiva pero increíblemente prolífica bajo su superficie. Las enfermedades sexuales fueron, por consiguiente, muy corrientes en la época, como lo fue también la tuberculosis.
En este espacio, Jack el Destripador cometió cinco asesinatos horribles y ceremoniosos a lo largo de un periodo de diez semanas en Londres, provocando una atmósfera frenética de chismes, rumores y terror. Nunca fue atrapado.
Nos hemos detenido en retratar lo más acertadamente posible la sociedad que produjo a uno de los primeros asesinos seriales de la historia, ya que no desconocemos la influencia del contexto sociocultural en la conformación de la subjetividad.
Una interpretación
La adaptación cinematográfica de la novela de Moore fue realizada por Terry Hayes y Rafael Yglesias, en la que éste último vio la perspectiva de la conspiración en una forma más metafórica. “Que si la monarquía británica estaba literalmente involucrada o no en los asesinatos del Destripador no aminora el poder de la acusación asestada a la clase gobernante”, comenta Yglesias. “Que las autoridades se rehusaran a incluso considerar la posibilidad de que el sospechoso pudiera haber sido una persona adinerada habla muchísimo acerca de la época victoriana. Los malestares de la sociedad eran vistos exclusivamente como algo provocado por los pobres y las clases bajas”.
Las décadas finales del siglo XIX ven triunfar a un hombre optimista y confiado en sí mismo, dominador del Mundo y la Naturaleza merced a unos conocimientos técnicos y científicos que se suceden con una rapidez nunca antes vista en otro periodo de la Historia de la Humanidad. El siglo XX está próximo, y con él llegarán las nuevas ciencias médicas que estudiarán al cuerpo humano y revolucionarán la medicina. Es en este ambiente cuando aparece el asesino, el cual extirpa a cada victima un órgano mediante un excepcional trabajo que pone en evidencia sus dotes en anatomía. La ciencia y el conocimiento al servicio de fines malévolos serán historia repetida a lo largo de todo el corto sigo que se avecina.
La película entonces intenta reflejar a un mismo tiempo la corrupción de la corona y su entorno, el poder que representan, la personalidad loca y psicótica del asesino, el lamentable estado de las clases bajas de aquella época y su instinto de supervivencia, y la desesperación de la policía, incapaz de hallar una verdad entre las mentiras de su gobierno, el revuelo mediático y la inteligencia del asesino.
Para Moore, por el contrario, “Jack refleja nuestras histerias” La conclusión parece ser que el Destripador es “un receptáculo sin rostro de cada nuevo pánico social (pues) lo único que sabemos que es real es el complejo fantasma que proyectamos”. Es decir, Jack es un representante de todo lo que odiamos pero de los que no podemos dejar de prescindir.
Albert Hughes, por su parte, comenta, “Esta es una historia del ghetto. Tiene que ver con la pobreza, la violencia y la corrupción, que son temas que abordamos en nuestras películas porque nos fascinan. Sucede que estos personajes en particular son de raza blanca, pero toda la gente pobre tiene los mismos problemas”. “Lo que también nos intrigó fue la psicología de Jack el Destripador,su comportamiento y la histeria que provocó”. Allen Hughes declara, “Los recuentos previos de esta historia han sido antisépticos, contados desde el punto de vista de la clase alta escrupulosa. Nosotros la estamos revelando desde la perspectiva de la gente que vivía en la suciedad, en la vecindad donde esta clase de terror fue inflingido”.
Un ambiente que comprende miseria e impecable realeza en un mismo seno y que ofrece, entre neblinas y penumbras, lluvia y luz de gas, el campo de cultivo perfecto para estudiar una mentalidad británica racista, megalómana y fanática. Una sociedad enferma que produjo sujetos enfermos. Una prueba de ello es la gran popularidad que alcanzó el asesino gracias a los periódicos. Ciertamente, el tratamiento que dio la prensa a los crímenes de Jack el Destripador, con detallados informes anatómicos sobre las mutilaciones cometidas, pueden considerarse como el primer caso de sensacionalismo periodístico.
Por todo esto afirmamos que el gran personaje de la película es Londres, con sus profundas contradicciones internas y conflictos sin resolver, tal como el detective que busca al asesino. Es en el seno de esta sociedad donde surge Jack, mas allá de su nombre y apellido real (es decir, sea Gull o no). Su identificación no esta dada solo por se nombre real, sino también por la cultura que lo produjo. No podemos ignorar que es en la cultura donde un ser humano ingresa al mundo simbólico y se constituye como sujeto, con todas las particularidades que lo hace único, pero miembro de esa sociedad.
No es casualidad que un asesino de este calibre haya sido producto y parte de una de las sociedades mas represivas de a historia.